Hay noches en las que el estudio de grabación se convierte en confesionario. Luces tenues, olor a café recién hecho y ese silencio previo al “REC” que retumba más fuerte que cualquier percusión. Así comenzó la historia de “A Ti”, mi más reciente sencillo: una canción que, sin avisar, terminó devolviéndome al origen de todo esto que llamamos música.
1. El encuentro inesperado con Ricardo Arjona
Siempre admiré la capacidad de Arjona para convertir lo cotidiano en poesía. Su “A Ti” me acompañó en muchas giras, como un recordatorio de que el amor, incluso el que se va, merece ser cantado con gratitud. Un día, manejando de Medellín a Cali —cinco horas de curvas, neblina y pensamientos sueltos— la canción sonó en la radio y pensé: ¿Y si la vistiera de salsa romántica, con la misma honestidad de la letra, pero con tumbao sabroso?
Aquella idea quedó apuntada en una servilleta y, como casi todo lo que nace así, terminó creciendo hasta volverse obsesión.
2. La madrugada del “sí”
Dos meses después, estaba en el estudio rodeado de mis músicos de confianza. Eran las 2:13 a. m. cuando la trompeta hizo su primera aparición. Cerré los ojos y pude sentir al público coreando el estribillo como si ya existiera desde siempre. Ese fue el instante exacto en el que supe que la adaptación no solo funcionaba: tenía alma propia.
Grabamos seis tomas seguidas; la última quedó. Sin retoques exagerados, respiraciones incluidas. Así me gusta: que la gente escuche la carne viva de la interpretación.
3. Lo que aprendí (otra vez)
- No todo lo que está hecho está “acabado”. Las canciones son seres vivos; cambian de piel si uno las toca con respeto.
- La madrugada es mi aliada. Después de la medianoche las máscaras se caen y la voz se vuelve honesta, sin adornos.
- Cantar es conversar. Cuando miro a los ojos del público y entonan conmigo, la canción deja de ser mía para volverse nuestra.
4. Un mensaje para ti
Si algo quiero que “A Ti” transmita es esa mezcla de gratitud y melancolía que sentimos cuando recordamos un amor que marcó el mapa de nuestra vida. Tal vez ya no esté, tal vez nunca vuelva, pero lo que fuimos merece un último baile.
Gracias por prestarme tus oídos y tu corazón en cada lanzamiento. Son ustedes —los que escuchan, comparten y se emocionan— quienes me dan la valentía de seguir reescribiendo mi historia con cada compás.
Escucha “A Ti” en tu plataforma favorita y cuéntame, en los comentarios o en mis redes, qué recuerdo te evocó. Prometo leer cada historia y, quién sabe, quizá la próxima canción nazca de las madrugadas que también te pertenecen.
Con cariño y salsa,
Nacho
